San Juan Apóstol en Patmos - Crónicas de Peregrinación a Grecia III


Vox Verbi N° 371
Año 14 (2007)
Crónicas de Peregrinación a Grecia III
R. P. Carlos M. Buela I.V.E.

III. San Juan Apóstol en Patmos
El miércoles 8 de agosto a medianoche nos embarcamos en Hermoupolis, capital de la isla de Syros y del Distrito de las Cíclades, rumbo a la isla de Patmos con el objetivo de peregrinar a la gruta en la cual San Juan Apóstol recibió la revelación que puso por escrito, por mandato divino, en el libro del Apocalipsis. Llegamos al puerto de Skala, en Patmos, a las 3,30 hs. Inmediatamente nos dirigimos hacia el Monasterio del Apocalipsis, que custodia la gruta, para pasar el resto de la noche delante de él y poder visitarlo a la mañana siguiente. Era la coronación de nuestra peregrinación.

1. La isla de Patmos
Patmos es una pequeña isla (34 km2) que pertenece al archipiélago llamado Dodecaneso (Doce islas), el más oriental de los archipiélagos griegos, que se extiende de norte a sur, en un cierto paralelo y a pocos kilómetros de la costa occidental de Turquía, en el Mar Egeo[1]. Tiene una población de 3.000 habitantes. Topográficamente es rocosa y montañosa, alcanzando los 800 m. sobre el nivel del mar en su punto más alto, el Mt. Elías. Tiene dos partes netamente distintas, unidas por un estrecho istmo, muy cerca de la principal población, el puerto de Skala.
Si bien Tucídides[2] y Estrabonio[3] ya la mencionan, Patmos debe su fama a la presencia de San Juan Evangelista, quien escribió el Apocalipsis estando allí desterrado bajo el emperador Domiciano (Ap 1,9). Tanto Plinio el Viejo[4]como Tácito[5] afirman que en tiempos de la dominación romana las Espórades, especialmente tres de ellas, eran usadas para la deportación de prisioneros y disidentes.

2. San Juan condenado al destierro en Patmos
Es unánime la tradición, con abundantes testimonios escritos, que afirma que San Juan vivió en Asia Menor durante las últimas décadas del siglo I, y que desde Éfeso, donde tenía su residencia, guiaba a las Iglesias de toda la región[6]. Fue allí donde escribió su evangelio, según refiere San Ireneo de Lyon, quien era discípulo de San Policarpo -y éste a su vez lo había sido del mismo San Juan[7]. Es también unánime la tradición que refiere que el Apóstol murió en Éfeso, de muerte natural, siendo de edad muy avanzada, bajo el reinado del emperador Trajano (98-117 d.C.)[8], probablemente en el 104 d.C.
El apóstol predilecto del Señor no estuvo, sin embargo, exento del martirio. Jesús le había anunciado que bebería de su cáliz, y así fue (Mt 20,22-23; Mc 10,38-39). De hecho su permanencia en Éfeso fue interrumpida durante la persecución de Domiciano (81-96 d.C.), quien había desatado una cruel persecución contra toda religión monoteísta, de manera especial contra los cristianos[9]. San Juan fue tomado prisionero en Éfeso, donde gozaba de gran prestigio y autoridad, y fue llevado a Roma para ser ejecutado de manera ejemplar. A la vista del venerable anciano el emperador se mostró insensible y lo condenó a ser arrojado vivo en aceite hirviendo. Conforme a la práctica judiciaria de entonces el Apóstol sufrió primero el suplicio de la flagelación, y luego fue introducido en la enorme vasca donde bullía el aceite. Pero ante la admiración de verdugos y populacho el aceite no lo quemaba, y continuaba ileso en la caldera. Este episodio sucedió alrededor del año 91 y la tradición lo coloca en las inmediaciones de la Puerta Latina, en los actuales Muros Aurelianos de Roma[10]. Domiciano consideró este prodigio como una especie de magia, y no animándose a intentar otra suerte de ejecución, desterró a San Juan a la isla de Patmos[11].
San Juan fue conducido a Patmos junto con otro discípulo, Prócoro, uno de los diáconos de la Iglesia de Jerusalén (cf. He 6,5), que le servía de amanuense[12]. Su destierro duró hasta que el emperador fue asesinado y todos sus decretos revocados por su sucesor, Nerva, en el año 96. Terminado el exilio regresó a Éfeso, donde moriría años más tarde. San Ireneo refiere que el Apóstol estuvo desterrado en la isla durante 5 años[13].

3. San Juan en Patmos
Se han conservado muchas tradiciones sobre el viaje y el destierro de San Juan en Patmos. Se conserva incluso la memoria de los lugares donde sucedieron varios episodios, y por gracia de Dios pudimos visitarlos.
Cuando San Juan era conducido al destierro se desató una fuerte tormenta en el Mar Egeo. Las olas se abatían contra el barco, y una de grandes dimensiones dio en la cubierta y arrastró a un joven al mar, ante la desesperación de su padre. San Juan levanto sus ojos y rezó. Luego alzó su mano, encadenada, y trazó la señal de la cruz. Inmediatamente el mar se calmó y pudieron rescatar al muchacho. Todos estaban asombrados y agradecidos al Apóstol, quien entonces les anunció el evangelio. Cuando el barco llegó a Patmos San Juan fue librado de sus cadenas por el gobernador romano, Laurentius, en atención al milagro. Al mismo tiempo el suegro de Laurentius, Myron, quiso que se alojase en su casa, la cual se convirtió al poco tiempo en la primera iglesia de la isla. San Juan exorcizó al hijo de Myron, que estaba poseído por el demonio, y esto hizo que toda la familia, incluido el gobernador, abrazasen la fe. Se conserva el lugar de la fuente donde San Juan bautizó a todos ellos, junto a la actual capilla de San Juan el Teólogo, en Skala.
Cuando los sacerdotes del templo de Apolo supieron que los líderes de la ciudad se habían convertido a una nueva fe, llamaron a un mago de nombre Kynops, que tenía embaucada a toda la población con sus prodigios, para que desacreditase al Apóstol. Delante de una gran multitud de isleños Kynops desafió al Apóstol haciendo una demostración de sus poderes. Al final, saltó en el mar, intentando reaparecer desde él, como rebotando, como había hecho repetidas veces. En ese momento San Juan rezó pidiendo que Kynops no saliese del mar, y el mar se abrió y lo engulló. Los habitantes de Patmos todavía hoy recuerdan el hecho, y dicen que una roca que está sumergida en la bahía de Skala, a poca profundidad de la superficie del mar, es Kynops petrificado. Incluso hay sobre esta roca un poste, que emerge con un pequeño faro para los barcos, al cual los isleños llaman Kynops. Y los pescadores dicen que los pulpos –se come mucho allí- que han tocado la roca no sirven para comer, porque la maldad de Kynops les ha quitado el gusto. Se conserva también la memoria del lugar donde este mago vivía, en Ghenoupas, al sur de la isla.

Después de este episodio los habitantes de Patmos quedaron desconcertados. Estuvieron en la playa dos días esperando que Kynops, que los tenía engatusados, reapareciese. Pero finalmente decidieron convertirse al cristianismo y buscaron a San Juan, que se encontraba en Sykamia, pocas millas al sur de la actual Chora, en el camino hacia Grikos. En este lugar San Juan confortó a los isleños y los bautizó. Fue el lugar donde celebramos la Santa Misa, en medio de unos árboles que rodean una pequeña capilla ortodoxa que recuerda el hecho.
Una tradición local dice que sabiendo los isleños que San Juan estaba por abandonar la isla para regresar a Éfeso, afligidos por su partida, le pidieron que les dejase por escrito lo que les había enseñado durante esos años. Y él, retirándose con Prócoro a una cueva, escribió el evangelio. Esta tradición no concuerda con lo que trasmite San Ireneo, quien afirma que lo escribió en Éfeso. Pero es digna de ser mencionada. Lo que es absolutamente cierto, porque lo dice el mismo San Juan, es que allí escribió el Apocalipsis (Ap 1,9).

4. La Gruta y el Monasterio del Apocalipsis
La gruta donde San Juan se retiraba a rezar y en la que escribió el Apocalipsis está a escasos kilómetros de Skala, en el medio de un monte, sobre el camino que sube a Chora. La gruta está custodiada por el Monasterio del Apocalipsis. En 1090 el monje Christodoulos[14], originario de Asia Menor, recibió por concesión del emperador Alejo I Comneno la entera isla de Patmos para fundar un monasterio, y fundó el actual Monasterio de San Juan el Teólogo, al que nos referiremos más adelante. Pero además construyó la iglesia de San Ana para custodiar la gruta del Apocalipsis. Sucesivamente surgió el Monasterio. La actual construcción es del siglo XVIII. En las adyacencias está la llamada Escuela de Patmos, fundada en 1713 por Makarios Kalogeras, que gozó de excelente reputación, hasta el punto que por ella Patmos era considerada como “la universidad del archipiélago”. Actualmente, y después de la reconstrucción obrada después de la Segunda Guerra Mundial, la escuela incluye un Seminario Teológico[15].

El corazón del monasterio es la gruta, por ser un lugar santo. Allí Nuestro Señor se apareció a San Juan un día domingo para revelarle las visiones del Apocalipsis, mandándole escribir lo que veía: Yo Juan, vuestro hermano y copartícipe en la tribulación y en el reino y en la perseverancia en Jesús, estaba en la isla llamada Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.  Caí en éxtasis en el día del Señor y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,  que decía: 'Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias […]”. Me volví para ver la voz que hablaba conmigo. Y habiéndome vuelto, vi siete candeleros de oro,  y en medio de los candeleros vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una vestidura que le llegaba hasta los pies y tenía el pecho ceñido con un cinto de oro.  Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve, y sus ojos eran como llama de fuego. Sus pies eran semejantes al bronce bruñido acrisolado en un horno. Su voz era como el estruendo de muchas aguas.  Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Su rostro era como el sol cuando resplandece con toda su fuerza.  Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y puso sobre mí su mano derecha y me dijo: 'No temas. Yo soy el primero y el último,  el que vive. Estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.  Así que, escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas (Ap 1,9-19).
La gruta es amplia, aunque no muy grande. Contiene muchos íconos bizantinos, dado que ha sido transformada en iglesia. La tradición ha conservado dentro de ella, además, el recuerdo del lugar donde San Juan apoyaba la cabeza para dormir; del lugar donde solía rezar; de la roca sobre la cual Procoro habría escrito lo que San Juan le dictaba. Hay también una cruz cavada en la roca atribuida al mismo Apóstol. Sobre el lugar donde San Juan dormía la roca superior muestra una hendidura que la divide en tres partes, y que se produjo cuando Nuestro Señor dijo “Yo soy el alfa y la omega, Aquel que es, que era y que viene, el Todopoderoso” (Ap 1,8).
Pudimos peregrinar a la gruta dos veces: a la mañana temprano, apenas el monasterio abrió sus puertas para los visitantes, y por la tarde, antes de embarcarnos de regreso. Pudimos rezar con calma, y venerar el lugar. Quedamos sobrecogidos y muy edificados. ¡Cuántos misterios llenos de consolación para nosotros fueron revelados allí! La visiones del triunfo del Cordero y de sus elegidos (Ap 4,1-5,14; 7,9-17); la visión de la Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies, coronada de doce estrellas, Madre del Hijo que ha de regir todas las naciones, acechada por el dragón, que no prevalece y es derrotado por San Miguel (Ap 12); la visiones de los que acompañan al Cordero y de los que han vencido (Ap 14,1-13; 15,1-4); el castigo de Babilonia y de los impíos (Ap 16-18); los cánticos triunfales en el Cielo (Ap 19,1-10); los combates decisivos, la derrota definitiva de Satanás y el juicio a las naciones (Ap 19,11-20,15); la visión de la Jerusalén celestial y de las bodas del Cordero (Ap 21-22). Tuvimos tiempo, en la tarde, para leer buena parte del Apocalipsis en las inmediaciones del monasterio.

5. El Monasterio de San Juan el Teólogo
En la cima de la misma colina en la que está la gruta del Apocalipsis se encuentra el pueblito de Chora (800 habitantes). Entre sus blancas casitas descuellan los impresionantes muros del Monasterio de San Juan el Teólogo, que se yergue en la parte más alta, como una acrópolis.

El Monasterio fue fundado por Christodoulos en 1080, y hoy en día es habitado por monjes cenobitas. Después del Monte Atos constituye el más importante centro cultural de la Iglesia Ortodoxa Griega y probablemente del Mediterráneo Oriental. Su patrimonio religioso, artístico y cultural es notable[16].

Fue construido como si fuera una fortaleza, especialmente por las amenazas de los turcos. Sus macizos muros almenados, de forma poligonal, miden 15 m de altura, y se extienden por 70 m de este a oeste, y por 53 m de norte a sur. La entrada principal se encuentra en el muro norte, flanqueada por dos torres rectangulares que están unidas por un muro en el fondo. Encima del dintel, en un arco semicircular, preside el icono de San Juan el Divino como guardián del monasterio. En frente de este ingreso se encuentra la capilla de los Santos Apóstoles construida en el 1603. En el interior hay construcciones en diversos niveles, en los que se alternan patios, galerías y puentes y corredores, que reflejan que la construcción del monasterio se ha hecho en diversas etapas y según la topografía del lugar lo permitía. Las celdas y el resto de los espacios vitales se encuentran ubicados en torno a la iglesia principal, alrededor de la cual gira toda la vida del monasterio.
La iglesia principal, construida sobre una más antigua edificada a su vez sobre el templo de Artemisa, fue terminada alrededor de 1090. Tiene forma de cruz griega. El exterior, en la parte de la fachada, está afrescado con escenas de los hechos de San Juan en Patmos. Al ingresar se encuentra el icono de San Juan con el Cuarto Evangelio, del s. XI, de incalculable belleza y valor. El actual iconostasio, de 1820, es de madera tallada y está iluminado con lámparas de plata y preciosas candelas[17].
En el lado este de la Iglesia se encuentra el antiguo tesoro, que contiene una de las colecciones más grandes de reliquias de todo el Oriente cristiano, incluyendo parte del cráneo del apóstol Santo Tomás. Se conserva allí la bula, sobre lámina de oro, por la cual el emperador Alejo I Comneno concede la isla de Patmos a Christodoulos para dedicarla al culto de San Juan. En el sector sur de la galería interna se encuentran las venerables reliquias del fundador del Monasterio, colocadas en un sarcófago de oro y plata, y que son meta de numerosas peregrinaciones. En el lado sur de la iglesia, se encuentra la capilla de María Santísima “Panagia”, la Toda Santadel siglo XII. Detrás de la iglesia se encuentra el antiguo refectorio, también del 1090.
 El monasterio cuenta con una biblioteca y un tesoro de incalculable valor. La biblioteca es famosa, y fue fundada por el mismo Cristodulos, quien trajo consigo una numerosa colección de manuscritos. Posteriormente ha sido enriquecida a lo largo de los siglos, y posee unos 13.000 documentos, de los cuales 900 son manuscritos antiguos, varios de ellos con miniaturas, y más de 2.000 son antiguos libros impresos. El texto más valioso es un pergamino de 33 páginas que contiene parte del evangelio de San Marcos que se remonta a los inicios del siglo VI[18]. La biblioteca hace que el Monasterio sea uno de los más importantes centros de estudios bizantinos. Se conservan además miles de documentos que testimonian la vida del Monasterio durante sus más de 900 años de historia, como una carta de Pedro el Grande, la bula de fundación del monasterio, numerosos decretos del Emperador de Constantinopla referidos al Monasterio, el testamento de Cristodoulos, documentos en griego, latín, turco, rumano, etc[19].
 Además el monasterio posee uno de los más grandes tesoros bizantinos del mundo, con su colección de iconos, cálices, cruces, turíbulos, custodias, ornamentos, etc. Hay objetos preciosos de variada procedencia: Rusia, Moldavia, Bohemia, el Monte Athos, Italia, etc. Muchos de los manuscritos de la biblioteca y de los objetos del tesoro pueden apreciarse en el museo.
Estábamos muy sorprendidos de todo lo que veíamos. ¿Qué es lo que hizo que en una remota y desértica isla en los confines del Mar Egeo hubiese tanta riqueza cultural? Sin lugar a dudas la presencia de un Apóstol, San Juan, el discípulo amado por el Señor, el que gozó de su intimidad como ningún otro y reclinó la cabeza sobre su pecho, el que recibió en la cruz a María Santísima, representándonos a todos, el que escribió el cuarto evangelio, sus tres cartas, el Apocalipsis, el que nos transmitió el sermón del Pan de vida y el mandamiento nuevo de la caridad.
Cuenta San Jerónimo que, siendo San Juan muy anciano y estando próximo a la muerte, repetía continuamente a sus discípulos: “Hijitos míos, amaos los unos a los otros” (cf. 1 Jn 3,18). Uno de ellos se animó a preguntarle por qué les insistía tanto. Y él le contestó: “Porque es el mandamiento del Señor, y si lo cumplís, habéis hecho todo”[20].

[1] En realidad el archipiélago está constituido por unas 50 entre islas e islotes. Pero las principales son 12: Rodas, Kos, Pátmos, Leros, Kálimnos, Níssiros, Tílos, Sími, Hálki, Astipálea, Kárpathos y Kassos. Se debe agregar a esta lista Kastelórizzo, situada más al sureste, cerca de la costa meridional de Turquía, porque administrativamente está unida al Dodecaneso. El archipiélago es también llamado Espórades Meridionales.
[2] La Guerra del Peloponeso, 3,33.
[3] Geografía, 10,5.
[4] Historia naturalis, 4, 69-70.
[5] Annales, 4,30.
[6] Cf. San Justino, Diálogo con Tryphon, 81,4; San Ireneo, Adversus haereses, II,22.3.5; III,1-3; Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, III,18,1; 23,3-4; 39,3-4). También lo sostienen Clemente de Alejandría, Apollonio, Policrates y el apócrifo Hechos de Juan (s. II). Entre los Latinos lo sostiene Tertuliano (De Anima, 50); cf. R. Collins, “John, Disciple”, en The Anchor Bible Dictionary, vol. III (New York 1992) 885.
[7] Adversus haereses, III,1,1.
[8] San Ireneo, Adv. Haer., II,22,5.
[9] Domiciano se había proclamado dominus et deus, y defendía la religión nacional contra los cultos orientales, haciendo guardar con rigor las tradiciones romanas. Expulsó a los filósofos dos veces. A partir del año 93 un régimen de terror pesó sobre Roma. Tácito y Juvenal aseguran que inundó de sangre la ciudad, inmolando a sus más ilustres habitantes.
[10] Refiere este episodio Tertuliano, De praescript., XXXVI. Junto a la Puerta Latina se conserva un templete, cuya última refacción es de Bernini, que conmemora el martirio de San Juan. A pocos metros se alza la basílica de San Giovanni in Olio (o ante Portam Latinam), consagrada por el Papa Adriano en 780. Incluso antes se celebraba en Roma litúrgicamente el martirio de San Juan el 6 de mayo.
[11] Eusebio de Cesarea, Hist. Eccl., III,13,1.
[12] Existe un apócrifo del s. IV que recoge varias tradiciones sobre San Juan, y que es atribuido pseudoepigráficamente a Prócoro: Viajes y milagros de San Juan el Teólogo, Apóstol y Evangelista. San Procoro fue obispo de Nicomedia y la Iglesia Ortodoxa Griega celebra su fiesta el 28 de junio. La Iglesia Católica la celebra el 28 de julio, junto con los otros diáconos de Jerusalén.
[13] Sobre las distintas tradiciones relativas a la duración del exilio del Apóstol cf. Otto Meinardus, St. John of Patmos and the Seven Churches of the Apocalypse (Atenas 52001) 10.
[14] La Iglesia Ortodoxa Griega lo tiene por santo y celebra su fiesta dos veces al año: el 16 de marzo por su muerte, y el 21 de octubre por el traslado de sus reliquias a Patmos, dado que murió en Eubea, habiéndose refugiado allí con sus monjes por la amenaza otomana.
[15] Cf. Otto Meinardus, St. John of Patmos…, 15-16.
[16] Cf. A. D. Kominis, Patmos. Treasures of the Monastery (Atenas 2005) 11-14.
[17] Cf. M. Toubis Publications, Patmos.  The Holy Island of the Aegean (Koropi, Attike 2007) 54-69.
[18] Se trata del Códex N022 (Patmos 67), citado en las ediciones críticas del Nuevo Testamento.  Las restantes partes del Códex están en Leningrado, Viena, Londres, Atenas y el Vaticano. En el Monasterio de San Juan de Patmos se conservan además, los Códices 171 (del s. VIII, contiene el libro de Job); 1175 (x. XI); 2080; 2464 (s. IX); etc.
[19] Cf. A. D. Kominis, Patmos..., 327-345; Otto Meinardus, St. John of Patmos…, 18-19.
[20] Comm. In Ep. ad Galatas, VI,10.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Quisiera ver la imagen del icono "La Exaltación de la Cruz" de Jorge Klonzas, en el Monasterio San Juan el Teólogo de Patmos.

Anónimo dijo...

http://1.bp.blogspot.com/-8oZdPX8zSaM/UFeYUBgpJfI/AAAAAAAABhs/47lgfPp05P0/s1600/Icono-Exaltacion-Santa-Cruz.jpg








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