Las medidas de lucha contra la Gripe A llegan a las iglesias españolas ante el desconcierto de los fieles.

by María Angel

La Gripe A está causando desconcierto a más de uno. Valga como ejemplo los anuncios que se están haciendo en la Basílica de La Milagrosa de Madrid, iglesia donde muchos santos “recibieron gracias innumerables” (como reza en una placa en la citada iglesia). Choca ver cómo se elimina el agua bendita de sus pilas y cómo se disuade a los fieles de darse la paz y comulgar en la boca, mientras a la vez se exponen reliquias para que puedan ser besadas por los fieles y mientras las puertas del tempo necesitan ser abiertas y cerradas cada vez.

SECTOR CATÓLICO, fiel a sus principios fundacionales, denuncia la mala gestión que se está llevando desde muchas parroquias e instituciones, así como el silencio y la falta de un plan de contingencia ante pandemias por parte de las Conferencias Episcopales y Ordinarios de los lugares que pudieran estar afectados, y pide que se implemente un plan de actuación urgente para hacer frente a la pandemia de la Gripe A, presuntamente peligrosa, según las autoridades sanitarias.

Y es que son cada vez más los fieles que ven cómo se prescinde en las iglesias del agua bendita, como si fuera un mero elemento decorativo más. Pues este sacramental es un “signo sagrado instituido por la Iglesia cuyo fin es preparar a los hombres para recibir el fruto de los sacramentos y santificar las diversas circunstancias de la vida” (Cfr. CEC 1677). Y sobran las recomendaciones de los santos para el uso de este sacramental: “Está ordenada contra las asechanzas del demonio y contra los pecados veniales” (Santo Tomás, Suma a 1, 6), “De ninguna cosa huyen más los demonios, para no tornar, que del agua bendita” (San Josemaría, Camino 572), “No osava pedir agua bendita por no las poner miedo y porque no entendieran lo que era; de muchas veces tengo experiencia que no hay cosa con que huyan más [los demonios] para no tornar; de la cruz también huyen, mas vuelven” (Santa Teresa, Libro de la Vida, 31, 4).

También preocupa ver cómo se incrementa considerablemente la comunión en las manos, con su dos consabidos problemas: la mayor facilidad de que se produzcan profanaciones (no son pocos los casos en los que habremos visto una no-comunión, y quien escribe da fe) y el mayor riesgo de desprendiemiento de partículas de las formas consagradas (quien escribe también da fe) que generalmente acaban en el suelo. Partículas, donde recordemos, Dios está “verdadera, real y sustancialmente” (Dz-Sch 1651) presente.

Desde SECTOR CATÓLICO se sugieren unas posibles soluciones alternativas: en primer lugar se podrían consagrar formas medianas en vez de pequeñas (como ya se hace en algunas iglesias), para que sea completamente segura la comunión en la boca evitando cualquier contacto, y en segundo lugar se podrían poner dispensadores de agua bendita, como ya se hizo en algunos lugares en el pasado, o bien, poner a disposición de los fieles botecitos unipersonales de agua bendita, que además, contribuirían a difundir el uso de este sacramental incluso fuera de la puerta de la Iglesia, y así usarlo, también, en momentos como al irse a dormir, costumbre piadosa muy extendida entre los cristianos desde hace siglos.

Fuente: SECTOR CATÓLICO